martes, 27 de enero de 2015

Revista Random #80

Rocío Guirao Díaz / The Dream Girl

Existen diversas maneras –todas subjetivas- de acercarnos a la definición de una persona, desde la eficaz que se deduce de la misma hablando sobre sus pares, la que expresa su entorno más íntimo, la que fustigan algunos detractores o, en el caso de los famosos, la que se percibe en el calor del público.






Se pueden agregar algunas más, en el caso de la figura de la tapa de revista Random de este número, hay coincidencias que se destacan: desde una mujer positiva, de extraordinario humor, hasta una profesional de extrema versatilidad, esta última condición al alcance de todos en las múltiples facetas de su extensa carrera. Desde sus comienzos –15 años atrás- Guirao Díaz hizo de “todas”: modeló en cada desfile significativo o portada de revista, fue protagonista de obras de teatro, musicales, infantiles, bailó en televisión y últimamente sorprendió con su canto. En el momento de mayor popularidad decidió bajarse de la gran ciudad y otorgarle mayor prioridad a su familia y al matrimonio con el empresario Nicolás Paladini.

Rocío encandila con su humor avasallante, con la simpleza de sus palabras y con la cercanía que transmite en una charla amistosa, de esas que se mantienen con personas de toda la vida. No coloca barreras y se muestra con la honestidad de entrecasa. La primera impresión es la de estar conversando con una de esas personas que no hacen las cosas para quedar bien. Que simplemente las hacen.

¿En tus comienzos arrancaste con bolos y laburos que pocas hacían?
Era re-constante, iba a un montón de castings o trabajos que nadie quería agarrar. Por ejemplo, me acuerdo que cuando arranqué había una sección de “Para Ti” que se llamaba “ofertas revista Para ti” que no quería hacer nadie porque pagaban dos pesos con cincuenta, pero yo las hacía porque todo era un paso a paso, de repente me empezaban a conocer en editorial Atlántida. Quizás las carreras de las chicas hoy son más mediáticas y se lanzan rápido a la fama. Cuando yo arranqué hace 15 años, salir en la tapa de una revista era un gran logro, era producto de un “laburazo”. En definitiva, cumplí mi carrera gracias a eso, a las revistas que ayudaron un montón.

Da la sensación de que hoy la escalera a la fama se hace con un botón de ascensor y un simple contacto…
Totalmente, hoy en día cualquier chica que tiene un sueño de ser famosa tiene posibilidades concretas de alcanzarlo por diversos medios, algo que no ocurría en mi caso, ni tuve algún pariente en el medio. Tuve que golpear la puerta de Dotto primero, de Multitalent después, luego de Gastón (Stati, Muse Management). Fue todo a pulmón pero eran otras épocas.

No obstante, ¿Vos fuiste en la búsqueda de oportunidades? porque repasando tu biografía siempre tuviste ofrecimientos…
A mí siempre me llegaron propuestas, cuando me dicen: ¿qué soñás para este año? Respondo que no sueño porque siempre el sueño me vino a buscar. Capaz que si hubiera dicho “sueño con estar en Tu Cara me suena”, no hubiera aparecido porque jamás se me hubiera ocurrido que piensen en mí. Sin embargo, de golpe sonó el teléfono y se dio. Es como que el sueño me sorprende antes que lo imagine. Me pasó en todos los casos, desde (Marcelo) Tinelli cuando me propusieron estar por primera vez y lo estuve haciendo casi tres años, hasta el espectáculo infantil, estar con Pachano y hacer un musical en la calle Corrientes. Todo me sorprendió hasta que lo pudiera imaginar. Nunca se me hubiera ocurrido hacer una infantil hasta que un día me llamó Reina (Reech) y me lo propuso. Voy dejando que la carrera fluya, que la vida me sorprenda. Prefiero eso a generarme expectativas o plantear objetivos, que después ver qué pasa si no llegan. Ese es mi modo, aparte me resulta mucho más placentero vivir la vida que el trabajo.
“No sueño porque siempre el sueño me vino a buscar. “
Si corremos el carisma y el talento de lado, ¿no creés que todo eso que te llega un poco tiene que ver con lo generosa que sos en tu vida personal con tu entorno, con tus amistades?
Re-creo que es así. Es una consecuencia total de no estar esperando nada a cambio, absolutamente confío en eso. Hay veces que me sale un laburo buenísimo y por cosa “e mandinga” se me cae. Me digo: “seguro que vendrá otro mejor”. Dejo que corra el tiempo, que me olvide del tema y realmente aparece algo mejor. Esto de no ponerle tanta energía a los objetivos y a las situaciones, dejar que la vida te vaya poniendo naturalmente las cosas en el camino hace que todo resulte mejor, sin intencionalidades.

¿Cómo te has preparado para los obstáculos o las malas intenciones de algunos personajes del medio?
Muchos malestares tuve al principio, hoy le dicen “bullyng” a cosas parecidas a lo que sufrí. Me volvían loca, no sé si era la envidia o que éramos todas mujeres en el colegio. Me sentía torturada, me terminé yendo del colegio y los dos últimos años lo hice en otro lugar, a una cuadra de mi casa. No aguantaba lo que vivía en los recreos. Eso sí, desde los catorce y quince años me empecé a curtir de lo que iba a venir. Después me volví más fuerte y mucho más dura. Todo me rebotaba distinto a nivel laboral. Igual es distinto porque nosotros trabajamos con nuestro cuerpo y nuestra cara, entonces estás más expuesta.

“Dime que presumes y te diré que careces”, alguna vez twitteaste. ¿Fue un palito para varios argentos?
Eso es re-argentino, mirar el ombligo del otro. La envidia está en todos los ámbitos y en todos los entornos. La envidia, cuando te va bien y cuando te va mal es impresionante, desde los que se acercan a los que se alejan. Hay que tomar todo livianamente, a mí me rebota bastante y trato de estar siempre con la gente que me hace bien y con los que puedo compartir las cosas buenas. A todo lo demás, mucha bola no le doy, no tengo un entorno numeroso, son bastante pocos los que me rodean. Tengo mis amigas de toda la vida y son las que sigo conservando. No me separo de ellas y son las que me conocen de la época que vivía en Martínez. Conocen mi esencia, mis padres, como soy. Son madrinas de mis hijos, yo de los de ellas. Ahora me mudé de ciudad (Rosario) y tuve que salir un poco y conocer gente, pero elijo compartir la vida con muy pocos y le dedico mucho tiempo a mi entorno. Estoy muy presente y pendiente de sus vidas y de sus hijos.

Escuchaba de parte de tus amigas que eras muy consejera, de hacerles siempre ver la parte positiva de las cosas.
Esa es mi esencia. Pasé por situaciones horribles y, como soy una persona muy positiva, siempre intento darle la vuelta a todo. Es muy difícil que me veas de mal humor, tengo que estar pasándola muy mal para eso. Soy re-positiva y en mi grupo soy la más positiva de todas, entonces intento ver el lado lindo de las cosas. Intento buscarle la vuelta a todo, es mi manera de ver la vida. Mi marido (Nicolás Paladini) todo lo contrario (risas). Él primero piensa todo lo malo que pueda pasar y yo todo lo contrario, por eso nos debemos complementar muy bien.

Decís que sos una mujer de muy buen humor pero tenés que admitir que a tu humor hay que comprenderlo, tengo entendido que sos muy irónica y ácida…
Mi video de casamiento habla mucho de eso, todos mis amigos dicen lo mismo, que tengo un humor negro muy notable, o te hago reír o te caigo como el traste. Mi ironía no siempre se entiende, el que entiende todo bien, sabe que soy así. Y el que no dirá “esta es una mala mina”. Tengo ese humor y me encanta vivir la vida así, me la paso haciendo chistes pero depende quién está enfrente caigo bien o mal.

Recién hablabas de la compatibilidad con tu marido, ¿Estás conforme con tu decisión de mudarte de ciudad en busca de priorizar tu familia?
Muchísimo, los beneficios que tengo acá en Rosario para mis hijos son muchos, no lo cambiaría por la gran ciudad. Nos acostumbramos a esto, están tranquilos, sinceramente se vive distinto. Ellos ahora porque son bebés y los llevo y los traigo de todos lados, pero el día de mañana se van a poder movilizar solos, sé que todo es muchísimo más tranquilo (enfatiza).
No te habrá sido fácil correrte un poco de tu carrera con tal de beneficiar a los tuyos…
Sé que te perdés un montón de laburos, no es tan positivo en lo profesional, pero tengo muy en claro cuál es mi prioridad: son mis hijos. Por hacer teatro o meterme en lo de Tinelli me metí en un tren donde era difícil bajarse. Como tenía que ir a todos lados con mis hijos para no perderme un instante de su crecimiento, la verdad es que no les daba la calidad de vida que merecían, no podían estar comiendo en el baño de Ideas del Sur porque era el único lugar donde no había ruido. No era bueno por más que estuvieran conmigo. Los llevaba a una vorágine que era la que vivía y no era la adecuada. Ese cabezazo que me pegué en vivo (su accidente bailando) que si bien fue una pavada, me dio la pauta que tenía que frenar y replantearme mis prioridades. Me tuve que dar cuenta así, mi marido me dijo “basta, relajá, busquemos lo que necesitamos para vivir y listo”. Ese fue el puntapié inicial para cambiar el ritmo.

Igual como generadora de recursos no te quedaste quieta, tuviste que crear tu marca “Tanindia”…
Me tenía que buscar algo para hacer en Rosario, soy muy inquieta, me gusta trabajar, es lo único que sé hacer. No me puedo quedar solamente limándome las uñas. Desde chiquita que lo hago, me pagué el colegio, la facultad, me pagué todo, son situaciones que me han llevado a eso y me encanta, siempre que pueda voy a seguir haciéndolo.

¿La maternidad te acercó al segmento infantil?
Entendí rápidamente cuál era mi público, estuve analizándolo, tengo muchos fans clubs de nenas, de quinceañeras, de adolescentes, entendí que por ahí venía la mano. En el teatro hacíamos un musical para muy pequeños pero venían adolescentes también, entonces surgió la idea de hacer ropa para ellas, para mis seguidoras y, en resumen, estamos muy contentas con “Tanindia”.

Una femme fatale que despierta ternura en adolescentes, un poco paradójico…
Sí, cualquiera. Incluso las madres que somos súper complicadas para admirar a una mujer, son las que más me siguen, es re-loco pero me pone muy contenta. La gente me ha seguido en distintas situaciones, quizás la clave está en abrirse, en que te conozcan, en lo bueno y en lo malo también. De ese modo se identifican porque entienden que a todos nos pasan cosas, te ven en una cámara expresando un pensamiento o cantándoles las cuarenta a una mujer como fue a la (Graciela) Alfano en su momento y te apoyan en la calle. A la gente le gusta verte cómo reaccionás sin libreto, sin guiones, como uno reaccionaría en cualquier momento de la vida.

Después del paso por “Tu cara me suena” donde sorprendiste con el canto y la interpretación, ¿te llegaron propuestas en ese sentido?
Surgieron propuestas para el verano, un montón para hacer teatro, a mí no sé por qué siempre me quieren subir a las tablas. Con Nico pasamos un año medio cacheteado y estamos con la cabeza bastante quemados, él -más que yo- necesita despejarse un poco. Por eso, necesitamos como unas buenas vacaciones, la idea fue no comprometerme en el verano a nada que lo ate a mi marido a tener que quedarse. Seguramente nos haremos algún viaje, salvo en las primeras semanas de enero que tengo un montón de desfiles en la costa.

¿Cómo ama de casa como sos? Una amiga tuya me dijo que “sos perfecta”, pero todos tenemos fallas, aunque las tuyas no se noten…
(Se ríe y piensa) Cocino muy mal, un gran defecto mío, no me guío con la cocina. Me encanta estar en la cocina como lugar de la casa pero no me gusta cocinar, por ahí te hago una milanesa, papas fritas. Te cocino lo básico pero no es algo que me apasiona. Lo espero a mi marido con un pollo a la crema que pido a la rotisería (risas). Aparte él cocina re-bien, cuando mi marido cocina, todos comemos bárbaro, prefiero que lo haga toda la vida.

Ya que seguimos hablando de Nico, sé que no quiere que te toques nada de tu cuerpo…
Reconozco que me mato en el gimnasio, es una cosa que entrego todo, pero voy tres veces por semana, después no hago tratamientos. Nico no quiere saber nada con que me ponga algo en la cara. En los treinta llegaron las arrugas y le digo: “escúchame, un poquito, déjame que me ponga algo”. Pero me contesta: “ni se te ocurra”. Está en contra de que me modifique cualquier gesto que pueda tener en mi cara, así que veré como manejo mi carrera porque me estoy arrugando toda (risas).

Lo banco a Nicolás con eso. ¿Son de consultarse para la toma de decisiones laborales?
La verdad que sí, nos consultamos un montón, aparte él en su laburo y yo en el mío, la verdad que somos grandes compañeros en la toma de decisiones. Somos un equipo, el matrimonio se trata un poco de eso.

Recientemente pasaron las fiestas, momento de estar en familia y reflexionar. ¿Por qué brindaste?
Siempre brindo por la salud primero que es lo que nos mantiene parados. Y por trabajo, el que sea y como sea, con las variantes que trae siempre mi trabajo que siempre me sorprende. Que no se corte. No me puedo quejar, todos los años brindo por lo mismo, por la salud de mi familia y por el trabajo. Que hoy en día pueda tener mi casa para mí es soñada, lo valoro muchísimo. Estoy feliz, contenta y valorándolo, agradeciéndole a Dios. Hay que ser agradecidos, c uando a uno le ha costado lo valora el doble, hay que agradecer la vida. Agradecer lo que se tiene y ver el vaso lleno. A veces uno se queja de lleno, de ciertas pavadas, los rollos están en la cabeza.

¿Te parece que cerremos la nota con tu máximo latiguillo? El “dale Marta”. Eso sí, no me lo digas a mí…
“Dale Marta” es parte de mi vida, Marta amigo varón, amiga mujer, Marta va para cualquiera. Mis hijos -Indiana e Indio- la escuchan a menudo, aunque no la busquen. Marta es un cotidiano, Marta es cuando llega el punto que no me entendiste.

¿O sea que aparece cuando te enojás?
Y roza la ira porque Marta es cuando no me entendiste. “Dale Marrrrta” (lo expresa arrastrando la r). Es para cuando no me entendiste y te lo tengo que explicar noventa veces, ahí sale el Marta.

Te dejo antes que me lo digas…
No, todavía zafaste. Mirá el video de mi casamiento que está subido a youtube, dura quince minutos pero te vas a reír del contenido. Marta está en el video de mi casamiento todo el tiempo.

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