jueves, 23 de junio de 2016
miércoles, 15 de junio de 2016
La Nación 2016/06/15
A solas con Rocío Guirao Díaz, en la dulce espera de su hija Roma
En
su mejor momento, la modelo casada con el empresario Nicolás Paladini
conversa con LA NACION de su plenitud y de los cambios que se vienen.
Con el mar en los ojos, la sonrisa fácil y esa luz única que tienen las mujeres embarazadas aparece Rocío Guirao Díaz
y saluda. La modelo de Muse Management, de 31 años, está esperando su
tercer hijo. Luce una pancita de 7 meses y medio (tiene fecha de parto
para el 4 de agosto) y el frío le sienta bien. Usa vestidos cortos
tejidos, medias opacas y borcegos que le dan un aire rebelde, pero con
algún detalle romántico y ultrafemenino. El pelo recogido en una
mediacola, para estar cómoda al trajinar con la bella Aitana de 7 años
que se le parece mucho y con su adorado varón, Indio, de 5.
A
Buenos Aires viene casi una vez por semana por trabajo entre desfiles,
campañas y eventos. Pero la rubia está instalada en una chacra de campo
en las afueras de Rosario desde que nació su segundo hijo. Este año
muchas cosas están a punto de cambiar. En diciembre, no sólo será ya
mamá de tres, sino que además, vuelve a vivir en San Isidro con su
marido y sus hijos. La definición de su momento, los secretos de un
matrimonio que parece idílico y cómo vive la llegada de Roma, su segunda
hija, en esta nota.
-¿Cómo vivís esta llegada?
-Este
embarazo es felicidad pura. No tengo los miedos que tenía con el
primero, ni las corridas que tenía con el segundo, porque Indio nació
cuando Aitu tenía 1 año y 4 meses, así que yo casi no tuve tiempo entre
un bebé y el otro. Me demandaban mucho, tenía que atender mamadera,
teta, pañales, todo por dos. En un momento me sentí desbordada lo tengo
que reconocer. En cambio esta beba me encuentra en un momento de tanta
paz en mi vida que es el embarazo que más estoy disfrutando.
-¿Fue un embarazo muy buscado?
-Vino
casi enseguida, pero fue deseado por cuatro, porque lo pidieron los
chicos y con Nico les dimos el gusto. Yo ya tenía ganas de tener otro
cachorro para mí, el más chiquito ya pasa a primer grado el año que
viene y amo la etapa de ranitas, de los bebés recién nacidos, tan
frágiles, tan unidos a la mamá, yo hiberno con ellos en la cama todo el
día y soy feliz.
-¿Cómo están los chicos con la llegada de la hermanita?
-Al
principio muy ansiosos porque 9 meses para ellos es una eternidad, pero
lo están disfrutando conmigo a la par, tienen más registro de todo. Me
ponen crema en la panza, me acompañan a las ecografías, ahora nos fuimos
de viaje, le elegimos un montón de ropita y apenas llegamos querían ir a
acomodarla. Son un amor mis hijos. No me puedo quejar.
-¿Cómo eligieron el nombre?
Queríamos
un nombre corto y con personalidad. No podía llamarse María después de
las dos -elecciones anteriores, así que nos pusimos a buscar. Nos
gustaba Romanella, pero era muy largo. También Paloma y Alma, pero por
ahí eran más conocidos, y queríamos uno bien original. Entonces una
amiga me dijo "Ponele Roma". Ideal. Y me pasó lo mismo que con el nombre
de mis otros dos hijos, me enamoré ni bien lo pronuncié. Ni lo tuve que
conversar con Nico porque a él también le encantó.
-Subiste una foto de la ecografía 4D a Instagram en donde se la ve bien, ¿a quién se parece?
-La veo igual a los chicos, mis hijos son trompudos, con esa nariz chiquita tipo botoncito, igualitos.
-¿Cómo te proyectás como mamá de tres?
-Estoy
organizada, no creo que me vuelva loca. Mi mamá va a venir un rato a la
mañana para que duerma unas horas y el resto me hamaco yo, me encanta
ocuparme de mis hijos, no tengo niñera y creo que es un plus. Yo busco,
traigo, hago la tarea, juego, estoy. Con el trabajo me organizo. Mis
bebés son prioridad en este momento.
-¿Cómo sos como mamá?
-Soy
amorosa pero nada permisiva. Soy de poner límites y voy a seguir esa
línea. Me gusta tener chicos educados, que se sienten a una mesa y se
sepan comportar, que no hagan papelones, mis hijos se caracterizan por
eso, no me paran de decir lo bueno que son. No es magia, uno lo trabaja
diariamente y dice muchas veces que no para que salgan educados. Creo
que los límites van de la mano del amor. Y después, como siempre, acá
somos muy besuqueros. Nos acariciamos, nos abrazamos, nos decimos que
nos queremos. Mucho amor es la clave.
-¿Cómo está Nico con todo lo que se viene?
-Con
el cambio de vivir en Buenos Aires bien porque se pudo organizar con su
trabajo, aunque llevó un tiempo y con la paternidad por tres, los dos
estamos más grandes así que re cuida. Le digo que me cuida más que con
la primera, está pendiente.
-¿Cómo están como pareja?
-Por
supuesto tenemos peleas como todos, pero tenemos un matrimonio bastante
estable y equilibrado, entonces traemos chicos al mundo en estas
circunstancias y la verdad que está bueno eso y no traerlos a un caos.
Nos amamos, nos seguimos eligiendo. Nos reímos mucho juntos. Yo la
verdad lo pensaba el otro día y sigo re enamorada. Es un tipo sencillo,
tranquilo y yo una polvorita. El llega a casa y encuentra la música a
todo volumen, todos disfrazados o de campamento con un acolchado en el
living. Y hablando de discutir, el no te sigue una, es contenedor,
sabio, sabe cuándo hablarme y como decirme las cosas. Nos
complementamos. En miles de aspectos, que se yo, el es un padre muy
presente también. Le gusta estar, si Aitu trae tarea de matemática es su
terreno, si es inglés, el mío. Hemos encontrado un buen equilibrio. La
verdad que me siento más plantada no sólo como mamá sino también como
mujer, como pareja, todo es puro disfrute.
-¿Qué hay de las expectativas de recuperación con el cuerpo y con el trabajo, que en tu caso están ligados?
-En
ese sentido soy recontra relajada, yo engordo en los embarazos y me doy
mis gustos. Mi mesa de luz es como un kiosco porque compro golosinas y
las acumulo. Mis amigas saben qué traerme, una barrita, un chocolate. Y
lo vivo con alegría y sin presión. Seguramente es mi último embarazo y
obvio, cuando ya parí sé que me sacrifico y no me cuesta. Elimino
carbohidratos y toda el azúcar y listo. Como sano sin hacer dieta
siquiera, y de a poco, vuelvo. Creo que son cosas que no pueden vivirse
encima exigidas. Las mujeres vivimos pocos meses en este estado y es
para vivirlo plenamente. Por ahora, así y todo, voy 10 kilos, tampoco es
tan grave (risas).
-¿Y porqué la decisión de volver a vivir en Buenos Aires?
-Siempre
supimos que Rosario era algo transitorio. Vinimos por temas laborales
que se pudieron resolver y ahora nos volvemos. Por supuesto voy a vivir
en un lugar con verde porque los chicos están acostumbrados a saludar a
la vaca cuando se van para el colegio y no quiero quitarles de pronto su
ecosistema, pero de a poco y también pensando en sus estudios, hacia
fin de año ya estaremos instalados allá. Para mí trabajar desde allá
será más fácil también. Sin tanto traslado.
-¿Qué los distingue como pareja a vos y a Nicolás?
-Somos
muy compañeros, nos escuchamos mucho y sobre todo nos reímos mucho y me
parece que eso sostiene cualquier situación. Somos de hacer siempre un
tiempo para estar juntos sin los chicos, los dormimos temprano, eso es
clave. Y viajamos solos de vez en cuando unos días. Nos miramos a los
ojos, nos conectamos, más allá del juego de seducción y sentirse sexy
para el otro. Y después, nos la pasamos haciéndonos bromas al otro, las
apuestas van subiendo, hace poco me hizo mirar adentro de una botella y
me la explotó en la cara, encima lo subió a su Instagram. Yo le he
tirado soja helada mientras él se estaba duchando, cosas así, son una
peor que la otras las anécdotas, pero no hay ofensas ni enojos, nos
divertimos así. Las venganzas son terribles.
-¿Qué mirás en la tele? ¿Harías un cuarto bailando?
-Nooooo,
ya participé de tres, lo miro desde casa, suficiente. Lleva mucho
tiempo y no estoy en ese momento de mi vida. Me divierte también Gran
Hermano, me entretiene. De la TV me engancha todo lo que es baile, pero
ahora no sé, haría televisión en algo que sea menos esclavo y
demandante. Donde pudiera manejar más los horarios, y por supuesto,
donde pueda desplegar y aprender.
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